A sus 27 años, Katya Márquez se ha convertido en un ícono del vallenato femenino, ahora con “Los Magníficos”, agrupación que acompaña a Rafa Pérez, La Evolución, pero su carrera incluye grupos de rock y ritmos tropicales.
Pese a que se ha posicionado en el grupo y en el género, Katya reconoce que las mujeres cantantes o músicos han batallado más para darse a conocer y demostrar que el vallenato no es cuestión de género sino de sentimiento y dominio del instrumento.
“Fue difícil en un principio porque no confiaban en que una mujer pudiese llegar a estar en una agrupación de nivel, porque la agrupación de Rafa tiene mucho nivel con músicos con trayectoria increíble y un nivel artístico súper alto”, reconoció.
“Estamos en un posición en la que ya no creemos que por ser mujeres somos inferiores sino que por el contrario nos demandamos y exigimos mucho más porque necesitamos estar a la misma altura y a la misma posición que los chicos”.
Pero para llegar al sitio actual, la baterista tuvo que recorrer grandes distancias y retos.
Sus inicios en la batería se dieron en la infancia acompañada de los libros, pero no precisamente para tener la teoría musical, sino para utilizarlos como tambores y acompañar a su hermana mientras cantaba.
Katya, originaria de La Guajira, Colombia, mezclaba sus sonidos con la voz de su hermana Juliette, quien es cantante y de ahí inició un camino de estudio que terminó con el título de la carrerea de Licenciado en Música.
“Recuerdo que teníamos una grabadora en la casa y mi hermana ponía a grabar sus canciones mientras que yo estaba al lado de ella con libros y mesas haciendo sonidos simulando que era una batería”.
Poco a poco, el gusto por la batería aumentó, tanto que ella buscaba teoría y práctica por su cuenta además de analizar al baterista de la iglesia a la que asistía con su familia cerca de los 13 años.
“Una vez tuve la oportunidad de sentarme frente al instrumento y toqué ritmos sin siquiera haber tenido un profesor, todo fue de manera empírica, y de ahí en adelante me llamaban a la iglesia esa para tocar y acompañar a la banda”, recordó
La joven guajira, quien también aprendió a tocar guitarra y piano gracias a su hermana, detalló que cerca de los 17 años viajó a Barranquilla a estudiar la Licenciatura en Música que combinó con trabajos en agrupaciones de rock.
Su trayectoria, influenciada por bateristas como Álex González, de Mana, Einar Escaf, ex productor de Carlos Vives e Isaac Valenzuela, entre otros, le otorgó el nombramiento de representante de la Gira de las Fiestas de Independencia de Colombia que se hizo por países centroamericanos.
“Me fue muy bien en esta época haciendo rock porque alcancé un nivel musical interesante, también era conocida en la escena del rock aquí en Barranquilla, hicimos cosas interesantes y ganamos un evento que se hace en el Hard Rock Café de Cartagena”, relató.
“Una ocasión vino Metallica acá a Colombia y estaban buscando una agrupación que fueran teloneros para ellos y nosotros participamos dentro de cualquier cantidad de bandas; nosotros fuimos finalistas, no ganamos, pero fue un proceso bastante satisfactorio y enriquecedor”.
Al salir de esa agrupación y pasar por orquestas de ritmos latinos, Katya da el salto al vallenato con Zamia de la Rosa, tras la invitación de una amiga vallenata, y desde entonces se ha posicionado firmemente en el género.
“Una amiga, vallenatera 100 por ciento, me dice que si podía grabar un video tocando vallenato para que tocara con ellos, que si era capaz de hacerlo y le dije que sí, le grabé el video y me dijo que me fuera para el Valle para que los acompañara y la primera persona con la que toqué vallenato se llama Zamia de la Rosa”, platicó la joven, conocida además por su rizada cabellera.
Pasó por agrupaciones conformadas por puras mujeres, como la de Evelyn, La Voz Dulce del Vallenato, donde era baterista y con quien ganó premios como el Congo de Oro del Carnaval de Barranquilla y el primer lugar de la primera edición del Encuentro Vallenato Femenino, en Valledupar.